Un día, Pepito estaba en casa aburrido viendo la televisión. No sabía qué hacer. Al cabo de un rato sonó el teléfono. Lo llamaba su primo Luisito mientras merendaba un plátano, hablaba con él. Lo invito a salir con él y su amigo José para ir a la montaña. El día estaba por concretar a causa de las lluvias que se esperaban para el fin de semana, incluso para la semana siguiente. Dejaron pasar unos días para que el tiempo se calmara.
Una semana después, aunque ni tenían nada preparado, cogieron sus mochilas y se fueron a la montaña. Cuando llegaron allí, vieron el paisaje muy hermoso: la hierba estaba verde a causa de las lluvias de la semana anterior y había charcas por todos lados, por lo tanto tendrían que vigilar. Para subir a la montaña deberían cruzar un prado extenso, un bosque espeso y un camino rocoso que les llevaría a la cima.
-Vamos a descargar las mochilas-dijo Pepito.
-De acuerdo- dijeron Luisito y José.
-El tiempo va a ser bueno por lo tanto, no nos hará falta tanta ropa- dijo José.
-Mejor, iremos más ligeros- dijo Luisito.
Los tres amigos empezaron a caminar y dejaron la charla para más adelante. Habían calculado subir de mañana, sobre el mediodía llegar a la cima y durante la tarde, bajar hacía el coche de vuelta. Todo iba sobre lo previsto, petó bajando el camino rocoso José se torció el tobillo a causa de una piedra redonda.
-¡Aaaaaaaaaa que dolor!-dijo José.
-¿Estas bien?- dijieron Luisito y Pepito.
-Sí pero me duele- dijo José
-Tranquilo iremos bajando lentamente-dijo Luisito
Bajaban a ritmo lento. Luisito le corto una rama para que le sirviera de bastón. Se estaba haciendo de noche, pero no podían avanzar más rápido. Se encontraron a unos excursionistas que bajaban y los ayudaron a bajar. Cuando llegaron al coche, era tardísimo, a causa del tobillo. Dieron las gracias a los excursionistas y los invitaron a cenar. Todo acabo bien.
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